De los delfines se dice que son los más inteligentes de los animales. Pueden organizarse para desarrollar actividades conjuntas, han demostrado en varias pruebas de laboratorio que pueden resolver problemas lógicos muy complicados y se cree que, incluso, se pueden comunicar conceptos abstractos de unos a otros. ¿Es eso cierto?
En 1964, Jarvis Bastian, un investigador del sistema de comunicación de los delfines, realizó un experimento que ya es todo un clásico, con el que intentó demostrar justamente lo contrario: que los delfines no podían transmitirse información abstracta. Los ejemplares del experimento fueron un macho y una hembra de delfín mular, llamados Buzz y Doris. Para ellos, se acondicionó un estanque que contenía dos palancas en un extremo, conectadas a un suministrador de comida, y una luz en el otro extremo. Dependiendo de si la luz parpadeaba o presentaba un brillo fijo, había que pulsar una u otra palanca para acceder a la comida. Si se presionaba la palanca equivocada, no ocurría hada. Tras un tiempo de entrenamiento, ambos delfines aprendieron a pulsar la palanca correcta según el estado de la luz.
Una vez superado este periodo de aprendizaje, comenzó la segunda parte del experimento. Se dividió el estanque en dos mitades con una pared opaca, que no dejaba pasar la imagen de un lado al otro del estanque, aunque sí el sonido. En la mitad del estanque donde estaba la luz situaron a Buzz, y en la otra mitad, a Doris. Por tanto, Doris podía manejar las palancas, pero no podía ver la luz. Dado que la pared que dividía el estanque permitía el paso del sonido, si Buzz fuera capaz de comunicarle a Doris si la luz parpadeaba o no, o qué palanca tenía ésta que pulsar, habría que esperar un elevado porcentaje de aciertos en la obtención de comida. Mientras que sería bajo si los delfines no eran capaces de transmitirse información compleja. Para sorpresa de Bastian, el índice de aciertos fue del ¡96%!
La tercera parte del experimento consistió en sustituir la pared anterior por otra insonorizada, de forma que de una mitad a otra del estanque no pudiera pasar ni imagen ni sonido. Si entre ambos delfines había habido antes alguna clase de intercambio de información, ahora el número de aciertos debería bajar hasta un 50%, que es lo que sería de esperar al pulsar al azar las dos palancas. En cambio, si el número de aciertos no disminuía, querría decir que Doris había dispuesto de otro mecanismo, diferente del intercambio de información con Buzz, para averiguar si la luz parpadeaba o estaba fija (quizás había visto el reflejo de la luz en alguna zona no identificada por los investigadores). El resultado fue que, tras poner la pared insonorizada, el porcentaje de aciertos bajó al 50%. Todo indicaba que había habido transmisión de información abstracta entre ambos delfines.
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